¿Qué comportamientos son los constantes que mantienen el amor en el tiempo? Según el sicólogo y escritor estadounidense Carl Rogers, "una relación hombre-mujer sólo será estable en la medida en que satisfaga las necesidades emocionales, psicológicas, intelectuales y físicas de sus miembros".
Tras analizar muchos casos, Rogers llegó a la conclusión de que decir “te amo” y frases por el estilo, parecen no ser suficiente y, prácticamente, han perdido su sentido, al no aportar a la perdurabilidad de una pareja.
Para este experto hay varios conceptos fundamentales:
1. Dedicación. Es una de las constantes de permanencia y enriquecimiento en cualquier relación duradera. Se trata de ver el matrimonio o la relación como un proceso cambiante, en donde ambos -aunque se comprometen de manera individual- se dedican en conjunto a trabajar.
2. Comunicación. No en su sentido más básico, sino como una manera de compartir y expresar los sentimientos, aunque estos no sean siempre positivos. No hay por qué decir “¿es necesario que parezcas una pordiosera por la mañana?”, como explica Rogers, quien también afirma que en la entrega comunicativa también existe sus riesgos, al poder herir o confundir al otro.
Es por eso que no se trata de llegar y despotricar “me molesta esto y esto otro”. Como ejemplo de la crítica anterior, el sicólogo propone una manera, aunque ceremoniosa, menos acusadora de expresar la misma idea: “he descubierto que me molesta la forma en que te presentas cada mañana”.
Es importante advertir que este proceso debe ser de ida y vuelta, ya que unilateralmente “se esfuman las posibilidades de realización”.
3. Disolución de los roles y expectativas sociales dentro de la pareja, ya que vivir en función de ellos “parece oponerse, invariablemente, a las aspiraciones de un matrimonio que intenta desarrollar un proceso, que intenta dirigirse a alguna parte".
“En los matrimonios que parecen más enriquecedores y satisfactorios, los roles juegan un papel cada vez menor, hasta que las expectativas acaban por desaparecer (...) Seguir ciegamente las expectativas de los propios padres, de una religión o cultura, equivale a condenar al desastre al proceso diferenciador de una pareja en desarrollo”.
4. “Yo” separado. Cuando cada uno de los miembros progresa hacia una creciente individualización, la pareja se enriquece. Dicho de otro modo y de forma más dura: hay que tener vida propia, porque “una pareja viviente se compone de dos personas, cada una de las cuales respeta y desarrolla su propio ser”.
Acerca del sexo y la satisfacción de cada uno de los miembros de la relación, Rogers, asegura: “No encuentro que esto resulte básico por sí mismo: casi siempre puede desarrollarse cuando las cuatro constantes mencionadas existen en una pareja”.
Tras analizar muchos casos, Rogers llegó a la conclusión de que decir “te amo” y frases por el estilo, parecen no ser suficiente y, prácticamente, han perdido su sentido, al no aportar a la perdurabilidad de una pareja.
Para este experto hay varios conceptos fundamentales:
1. Dedicación. Es una de las constantes de permanencia y enriquecimiento en cualquier relación duradera. Se trata de ver el matrimonio o la relación como un proceso cambiante, en donde ambos -aunque se comprometen de manera individual- se dedican en conjunto a trabajar.
2. Comunicación. No en su sentido más básico, sino como una manera de compartir y expresar los sentimientos, aunque estos no sean siempre positivos. No hay por qué decir “¿es necesario que parezcas una pordiosera por la mañana?”, como explica Rogers, quien también afirma que en la entrega comunicativa también existe sus riesgos, al poder herir o confundir al otro.
Es por eso que no se trata de llegar y despotricar “me molesta esto y esto otro”. Como ejemplo de la crítica anterior, el sicólogo propone una manera, aunque ceremoniosa, menos acusadora de expresar la misma idea: “he descubierto que me molesta la forma en que te presentas cada mañana”.
Es importante advertir que este proceso debe ser de ida y vuelta, ya que unilateralmente “se esfuman las posibilidades de realización”.
3. Disolución de los roles y expectativas sociales dentro de la pareja, ya que vivir en función de ellos “parece oponerse, invariablemente, a las aspiraciones de un matrimonio que intenta desarrollar un proceso, que intenta dirigirse a alguna parte".
“En los matrimonios que parecen más enriquecedores y satisfactorios, los roles juegan un papel cada vez menor, hasta que las expectativas acaban por desaparecer (...) Seguir ciegamente las expectativas de los propios padres, de una religión o cultura, equivale a condenar al desastre al proceso diferenciador de una pareja en desarrollo”.
4. “Yo” separado. Cuando cada uno de los miembros progresa hacia una creciente individualización, la pareja se enriquece. Dicho de otro modo y de forma más dura: hay que tener vida propia, porque “una pareja viviente se compone de dos personas, cada una de las cuales respeta y desarrolla su propio ser”.
Acerca del sexo y la satisfacción de cada uno de los miembros de la relación, Rogers, asegura: “No encuentro que esto resulte básico por sí mismo: casi siempre puede desarrollarse cuando las cuatro constantes mencionadas existen en una pareja”.