Montevideo.- No pretende transmitir un mensaje o expresar un sentimiento concreto. Cuando el francés Yann Tiersen compone, graba o toca alguna de sus piezas deja trabajar al "subconsciente", donde no hay lenguaje, porque para él la música "no significa nada".
"La música es algo abstracto, casi misterioso", apuntó Tiersen en una entrevista con Efe en Montevideo, donde anoche realizó el único concierto en Uruguay de una gira suramericana que le ha llevado primero a Argentina y Brasil, y que continuará en Chile.
Es la segunda visita a Uruguay del músico francés, conocido por componer la banda sonora del éxito taquillero "Amélie" (Jean-Pierre Jeunet, 2001) y si bien en 2007 logró llenar el Teatro Solís de la capital, esta vez no se quedó corto al convocar a cerca de 1.500 montevideanos en el Centro Cultural Plaza.
En esta ocasión vino a presentar "Dust Lane", un álbum en el que su afán por la experimentación le ha llevado a probar con una nueva mezcla de sonidos acústicos y electrónicos, aunque con "menos contrastes" que en sus trabajos anteriores.
Sobre el escenario, las guitarras fueron las protagonistas de un directo que, al contrario de sus espectáculos precedentes, "no es muy distinto al álbum en sí", explicó Tiersen, natural de la región francesa de Bretaña.
Atrás quedaron los conciertos en los que el francés iba de un instrumento a otro sobre el escenario mientras hacía gala de sus habilidades como "multiinstrumentista".
Hacer eso sencillamente le "aburrió", por lo que ahora en sus recitales prefiere concentrarse en tocar la guitarra y eventualmente tocar el violín o los teclados, señaló.
A punto de cumplir los 40, Tiersen detesta la idea de "repetirse", de "hacer siempre la misma música", y en esta ocasión ha concebido un álbum que "está en el medio entre un disco instrumental y uno de canciones".
Trabajó durante dos años en él y, como siempre, "sin saber cuál sería el resultado" porque, según cuenta, "lo más excitante a la hora de hacer música es no saber a donde te lleva".
Para componer, el francés necesita "ser libre" y por eso le resulta difícil pensar en concebir otra banda sonora salvo que el director no tenga más indicaciones para darle que la de "cuánto tiene que durar cada pista".
Cuando ya había grabado seis discos, Tiersen conoció el éxito internacional gracias su trabajo en "Amélie" y luego volvió a recibir grandes elogios de público y de crítica por la banda sonora de "Good Bye, Lenin" (Wolfgang Becker, 2003).
Aún así, opina que "no se puede poner música a una imagen" y que, si bien a una cinta le puede "ir bien" una u otra canción, eso se produce "sólo por casualidad".
"Cuando veo una película no me fijo especialmente en la música, salvo que la película sea muy mala y la banda sonora muy buena", apuntó.
En cualquier caso, sigue celebrando el "inesperado éxito" que le proporcionó "Amélie" y tal vez por eso no dejó de regalar a sus seguidores uruguayos el tema más conocido de esa banda sonora, "La valse dAmélie", en un esperado bis final.
Hace ya tiempo que Tiersen llevó a un segundo plano el acordeón que le convirtió en uno de los exponentes de la llamada "nueva chanson francesa". Desde entonces ha pasado por el chelo, el banjo, la melódica e incluso por el piano de juguete, entre otros muchos.
"Yo no toco muchos instrumentos, uso muchos instrumentos. El instrumento no es importante, sino lo que haces con él", apostilló.