Cuando nos imaginamos que nos enamoramos y vamos a disfrutar del mejor romance posible, esperamos ser amados y adorados por lo que somos, por nuestra particular forma de ser. Según los doctores Judith Sherven y Jim Sniechowski, expertos en relaciones amorosas y autores de varios libros exitosos como ‘Ser amado por como somos' y ‘La nueva intimidad: descubriendo la magia desde el centro de nuestras diferencias', no hemos sido entrenados para crear y mantener viva esa clase de relación, a pesar de que es la única forma de amar que puede tener el éxito y la duración que todos ansían."Seguramente esto les suena demasiado retador. Sin embargo, es bastante simple en realidad, lo único que se debe hacer es seguir los cinco principios clave para conseguirlo", señalan los autores y añaden que cada miembro de la pareja ayudará al otro para lograr mantener una visión clara del propósito de estos retos, que son inevitables cuando dos personas diferentes se asocian para vivir juntas.
Tu pareja no eres tú
En toda relación cohabitan dos personas distintivamente diferentes. A menudo, sin embargo, cada una intenta que la otra comparta sus fantasías. Esta es una receta segura para un agudo dolor del corazón. Pero si se recuerda que la pareja no es uno mismo, entonces nos damos cuenta de las diferencias entre ambos y la necesidad de respetar esas diferencias de sentimientos, creencias y comportamientos día a día. "No estamos hablando de comportamientos autodestructivos o abusivos como la drogadicción, el autosabotaje, la violencia doméstica o el abuso emocional, estos son categóricamente inaceptables. Hablamos de la necesidad de ir más allá de ese absurdo deseo de, consciente o inconscientemente, controlar a la otra persona. Dicen que si aceptan que la pareja es un regalo de la vida, una bendición, precisamente porque él o ella no es como "yo", sólo entonces podremos empezar a apreciar la riqueza de ese romance compartido y amar y ser amados bajo los propios términos y condiciones.
El conflicto es inevitable
Dos personas no pueden vivir en la intensidad de una relación a largo plazo sin que se produzcan conflictos de tiempo en tiempo. Los conflictos, incluso las peleas, son predecibles pero -aunque no lo crean- los conflictos pueden ser saludables para el crecimiento del amor. No solamente eso, a veces son necesarios para romper, para abrir esos candados emocionales que son parte de cada relación. Una pelea justa y la resolución creativa de un conflicto hacen honor a las necesidades de cambio que están siempre presentes en una relación amorosa, la mantienen fuerte y en permanente desarrollo.
"La mayoría de las personas ven al conflicto como una situación de ganancia o pérdida. A nadie le gusta perder y el ganador nunca gana porque el perdedor se las cobrará de alguna manera, en algún momento. Eso hace que el conflicto sea peligroso y destructivo. Pero existe otro camino, al que llamamos ‘La nueva intimidad'. ¿De qué se trata un conflicto? Pues es una señal de alerta de que algo necesita ser cambiado en la relación. Cuando ponemos atención y aprendemos las reglas de la pelea justa, los conflictos se vuelven un centro de crecimiento emocional y espiritual", señalan los expertos.
En cualquier conflicto, ninguno de los dos está mirando la película completa. Eso es una realidad y una clave para encontrar una solución satisfactoria para ambos. Cuando se ve que cada uno trae distorsiones y viejos equipajes emocionales para hacerlos parte de los conflictos, terminan por sentirse más cerca y más profundamente unidos, es entonces cuando se dan cuenta que el conflicto puede ser la fuente de un romance dulce y cariñoso.
La curiosidad sobre tu pareja es esencial
Según estos expertos, la curiosidad es el afrodisíaco más dulce. Piénsalo, ¿no quieres que tu pareja desee saber quién eres? ¿No desearías que tu amado quisiera, no de manera general sino a través tuyo, conocer a esa persona única que eres? Y, ¿no quisieras sentir lo mismo de parte suya? "La curiosidad abre el camino para ser verdaderamente conocidos y amados y, cuando nos sentimos realmente amados, ¿no es esa la mayor atracción? Ya ven, la curiosidad es un afrodisíaco".
Cuando se aprecian el uno al otro y apoyan sus pasiones, sus expresiones, su creatividad y su necesidad de crecer, cada uno vivirá experiencias que ni siquiera pueden imaginar y eso incluso inspira más la curiosidad. La fascinación mutua se va extendiendo a más y más áreas de sus vidas, de manera que la relación nunca se convierte en algo aburrido.
Todo lo contrario, cada vez renacerá con más fuerza, llevándolos a ambos a zonas nunca imaginadas y enseñándoles que deben seguir aprendiendo juntos para así mantener el fuego de ese centro amatorio que ambos comparten.
Debes estar en capacidad de recibir amor
Debes tener capacidad para aceptar ese amor que te dan. Ya sea que llegue en palabras, gestos o ayuda física, si no lo puede identificar como amor, tómalo de todas maneras y permítele nutrir tu alma. Poder recibir amor depende de si creemos o no en que somos capaces de inspirar ese amor. Si no lo somos, entonces no seremos capaces de recibirlo, porque sentiremos que no lo merecemos. En cambio cuando sí lo hacemos, ese amor que nos llega será dulce y cálido y completamente aceptable, especialmente cuando es diferente de lo que esperábamos.
"Cuando nos abrimos a las diferencias entre nosotros y el hecho de que el amor se expresa de muchas formas diferentes, entonces el amor a menudo nos sorprende. Llega como un maestro, como un sanador y, por supuesto, como un amante profundo y querido. Nos podemos ver reflejados en los gestos de nuestro amado, porque el amor en la vida real actúa como un espejo de quienes realmente somos. Nos hacemos merecedores del amor porque podemos ver que en realidad somos capaces de ser amados", señalan los especialistas.
Ambos crean su relación desde el inicio
Los dos deben enseñarse uno al otro qué es lo que desean y no desean, qué les gusta y qué no, lo que están dispuestos a aceptar y lo que no desde el inicio de la relación. Esto se puede lograr de manera directa al establecer los deseos o, indirectamente a través de gestos y actitudes. "Cada uno es un participante activo, ninguno de los dos carece de poder. Si a uno o a otro no le gusta el rumbo que ha tomado la relación, tienen el poder de cambiarlo. Después de todo, cada uno fue un contribuyente activo en la creación de la pareja", remarcan los autores.